La “batalla” se celebra en el transcurso de una semana en la que tienen lugar diferentes actividades y celebraciones previas que culminan con la monstruosa batalla de tomates que dan fin a las fiestas.
La Tomatina se inició durante la fiesta anual de la ciudad en honor a sus patronos San Luis Bertran y la Virgen de los Desamparados. Un desfile que tiene lugar durante la fiesta del pueblo es el de los cabezudos. Como ocurrió una vez en la década de 1940 algunos chavales querían participar en este desfile pero los participantes no los dejaron unirse. En un momento de incontrolable impulso juvenil los niños irrumpieron en el desfile derribando uno de los participantes. Cuando esta persona logró ponerse en pie, furioso con lo que había ocurrido, fue a la caseta más cercana y cogió lo primero que encontró: unos tomates. Se puede imaginar el resto. A partir de entonces, esta fiesta ha venido creciendo en popularidad año tras año.
Durante la semana previa a esta batalla épica, los 9.000 habitantes de Buñol ven como su ciudad se duplica en tamaño. Toda una semana de desfiles, fuegos artificiales, comida y fiestas en la calle hacen de esta ciudad el centro de atención en España. La noche antes de la Tomatina, las estrechas calles medievales bajo el campanario de la ciudad empiezan a llenarse con el olor de los tomates. Se encontrarán sartenes gigantes preparando a fuego lento deliciosas paellas en fuego de leña, como ya es tradición, tratando cada una de ellas de ganar el concurso. Después del concurso fluye el vino y se come aún más en todo el pequeño pueblo hasta las primeras horas de la mañana.
Entonces, la madrugada del miércoles, los comerciantes y dueños de negocios a lo largo de la Plaza Mayor de la ciudad se dedican a cubrir las ventanas y puertas en preparación para la próxima gresca callejera. Grandes camiones retumban por las calles empedradas y llegan a la plaza llena de gente dispuestos a descargar su botín de tomates para que la multitud pueda usarlos como munición. Como muchas fiestas, ésta no comienza hasta que el sonido de unos cohetes permite a la multitud saber que es hora de empezar a tirar. En la parte trasera de los camiones hay algunos vecinos descargando los tomates y arrojando a la multitud algunas de las 120 toneladas de blandos y húmedos tomates, venidos desde Chilches, en Castellón.
Vestidos con ropa condenada al contenedor de reciclaje, más de 20.000 juerguistas encuentran el objetivo más cercano y disparan a cualquier cosa que esté dentro del alcance de sus amasijos vegetales triturados a mano. Pronto las calles están inundadas de semillas, pulpa y tomates destripados que poco después dejarán las calles empedradas impecables, gracias a la acidez de los tomates, tras haber sido lavadas con mangueras de agua. Esta locura se produce exactamente durante una hora hasta que se termina de la misma manera en que se inició: con el sonido de un cohete.
Si usted planea visitar la Tomatina tenga en cuenta que ahora debe pagar un impuesto municipal de participación que se puede comprar de antemano. Debido a que esta fiesta ha aumentado su popularidad, ahora hay un límite para el número de participantes (20.000). También para aquellos que participen en la Tomatina y les gustaría guardar algunas fotos para la posteridad, recuerden: cualquier persona con una cámara se considerará un objetivo prioritario. ¡Está usted advertido!
La “batalla” se celebra en el transcurso de una semana en la que tienen lugar diferentes actividades y celebraciones previas que culminan con la monstruosa batalla de tomates que dan fin a las fiestas.
La Tomatina se inició durante la fiesta anual de la ciudad en honor a sus patronos San Luis Bertran y la Virgen de los Desamparados. Un desfile que tiene lugar durante la fiesta del pueblo es el de los cabezudos. Como ocurrió una vez en la década de 1940 algunos chavales querían participar en este desfile pero los participantes no los dejaron unirse. En un momento de incontrolable impulso juvenil los niños irrumpieron en el desfile derribando uno de los participantes. Cuando esta persona logró ponerse en pie, furioso con lo que había ocurrido, fue a la caseta más cercana y cogió lo primero que encontró: unos tomates. Se puede imaginar el resto. A partir de entonces, esta fiesta ha venido creciendo en popularidad año tras año.
Durante la semana previa a esta batalla épica, los 9.000 habitantes de Buñol ven como su ciudad se duplica en tamaño. Toda una semana de desfiles, fuegos artificiales, comida y fiestas en la calle hacen de esta ciudad el centro de atención en España. La noche antes de la Tomatina, las estrechas calles medievales bajo el campanario de la ciudad empiezan a llenarse con el olor de los tomates. Se encontrarán sartenes gigantes preparando a fuego lento deliciosas paellas en fuego de leña, como ya es tradición, tratando cada una de ellas de ganar el concurso. Después del concurso fluye el vino y se come aún más en todo el pequeño pueblo hasta las primeras horas de la mañana.
Entonces, la madrugada del miércoles, los comerciantes y dueños de negocios a lo largo de la Plaza Mayor de la ciudad se dedican a cubrir las ventanas y puertas en preparación para la próxima gresca callejera. Grandes camiones retumban por las calles empedradas y llegan a la plaza llena de gente dispuestos a descargar su botín de tomates para que la multitud pueda usarlos como munición. Como muchas fiestas, ésta no comienza hasta que el sonido de unos cohetes permite a la multitud saber que es hora de empezar a tirar. En la parte trasera de los camiones hay algunos vecinos descargando los tomates y arrojando a la multitud algunas de las 120 toneladas de blandos y húmedos tomates, venidos desde Chilches, en Castellón.
Vestidos con ropa condenada al contenedor de reciclaje, más de 20.000 juerguistas encuentran el objetivo más cercano y disparan a cualquier cosa que esté dentro del alcance de sus amasijos vegetales triturados a mano. Pronto las calles están inundadas de semillas, pulpa y tomates destripados que poco después dejarán las calles empedradas impecables, gracias a la acidez de los tomates, tras haber sido lavadas con mangueras de agua. Esta locura se produce exactamente durante una hora hasta que se termina de la misma manera en que se inició: con el sonido de un cohete.
Si usted planea visitar la Tomatina tenga en cuenta que ahora debe pagar un impuesto municipal de participación que se puede comprar de antemano. Debido a que esta fiesta ha aumentado su popularidad, ahora hay un límite para el número de participantes (20.000). También para aquellos que participen en la Tomatina y les gustaría guardar algunas fotos para la posteridad, recuerden: cualquier persona con una cámara se considerará un objetivo prioritario. ¡Está usted advertido!
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