Cuando Kaneki se fue a vivir con su tía materna, las cosas empeoraron. Ella no lo quería. En una oportunidad, tiro todos los libros que poseia de su padre a la basura. Estaba en shock cuando su único amigo Hide vino a buscarlo y su tía no lo atendió muy amable y su primo no paraba de meterse con ellos, se burlaba de su cursi amistad
— ¿A qué has venido niño?, es muy tarde— pregunto la mujer severa a Hide y mirando de vez en cuando a su hijo que miraba con burla reprimida al rubio.
— vengo a ver a mi amigo.— contesto a secas.
— Yuuichi, Dile a Kaneki que lo busca su amigo...— ordenó al niño.
El chico irritado fue a buscar al chico de cabellos negros al dormitorio que se encontraba sentado al borde de la cama sin parar de llorar.
— oye te busca tu amigo, el maricon rubio que todos los días viene a visitarte.
— No hables así de mi amigo, él me ve como su hermano...— secó sus lágrimas con su manga.
— ¿Eres ciego?, ese niño te come con la mirada y eres tan ingenuo.
—Voy a recibir a Hide, permiso.— contesto amable, tal cual lo había educado su difunta madre. Se apartó de Yuuichi en busca de Hide.
Hide sonrió al ver a su amigo pero se extraño de ver una expresión triste en su rostro. Se alejaron de la casa para hablar más calmado.
— ¿Qué te sucedió Ken?— con sus manos seco sus lágrimas.
—Nada. ¿Qué te trae tan tarde por aquí?, mi tía se enojó.
— pase a buscar mis revistas.
El rostro de Ken palideció. Pues... verás... — vacilo nervioso— voy a tener que pagartelas, ¿crees que podrías darme un plazo?, las perdí lo siento.— lo miro aterrado, no quería perder a su único amigo.
— Kaneki... Esas revistas eran la última edición, ya no hay. Mis padres las encargaron del extranjero para mi cumpleaños. — se quedó callado al ver el rostro con lágrimas de su amigo.
— ¿Qué sucede?— lo observó curioso.
— juro que lo pagaré.— comenzó a sollozar.
— ¿Eh?... No te preocupes, como podría tener esa revista más importancia que tú.— le sonrió alegre animando a su amigo.
— Es que mi tía tiro todos mis libros y entre ellos estaban tus revistas...— miro hacia abajo entristecido.
— ¡¿Qué hizo qué?!
— entre los libros estaban tus revistas... Lo siento mucho.
— Eso qué importa, ¿tiro todos tus libros?
Kaneki asintió tímido...
— vamos a ver si lo encontramos al vertedero, una vez rescate algo de ahí.
— ¿Tus revistas?...— lo miro confundido.