Desde la creación de la Selectividad, a mediados de los años ochenta, el examen se aprueba con un 4. Pero esta puntuación tiene un peso relativo para calcular la nota de referencia del alumno, con la que optará a cursar la carrera deseada. Esta nota solo cuenta un 40%, mientras que el 60% restante sale de la media que se obtuvo en el bachillerato. “Se decidió fijar el aprobado en 4 por si el alumno tenía un mal día en el examen”, explica Joaquim Prats, catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona, que recuerda que la prueba, contrariamente a lo que indica su nombre, “no es una herramienta de selección, sino de ordenación y adjudicación de plazas”.