Aparentemente, los habitantes parecían tener un profundo sentido de amor y respeto por Randzi y Kaori. Dejando a un lado la fe, ellos defendieron a Randzi y Kaori con todo su espíritu. No, es más como si cambiaron su fe misma. Sin embargo, parece que tienen una fe propia, la convicción de que nadie le hará daño a Kaori, quien los salvó como “Dios de los Apóstoles”. En resumen, fue una fe que superó la confianza del Obispo. Para empezar, no se sabía de dónde vino esa confianza.
Los residentes se reunieron, uno tras otro. La fuerza del pueblo no era absoluto inferior al de los Caballeros del Templo, pero el Obispo se convirtió en el objetivo de la ira y la hostilidad que se propagó sin fin. Los Caballeros del Templo comenzaron a echarse para atrás en retirada.
“Obispo-dono, estas son las intenciones de Ancadi. ¿Qué hay de sus alegaciones anteriores?”
“No es tan simple como tú piensas…”
El Obispo se giró sobre sus talones mientras apretaba sus dientes, y le refunfuñó a Hajime. Los caballeros se movieron rápidamente para seguirle. El Obispo parecía soltar humo, emitiendo el último de sus arrebatos con sus ruidosos pasos mientras se dirigía de vuelta a la iglesia.
“¿Esto está realmente bien?” ¿Ellos lo dejarán así?”
Hajime tenía una mirada de preocupación, habiendo estado al margen del asunto hasta el final. La participación directa de Kaori en la crisis con la iglesia le dejó una expresión de preocupación en su rostro.
A pesar de esto, Randzi respondió con una indiferente mirada, como si no fuera gran cosa.
“Esta es la elección de Ancadi. La gente que vive en este Ducado os están agradecidos. Es impensable que mueras en nuestro territorio, es por eso que ellos habrían derramado sangre para protegerte. No quiero tal desgracia en este país.”
“Aparte de eso, no sufriría daños por alguien de su nivel…” Hajime respondió rascándose la mejilla.
Randzi se rió por sus palabras.
“Si eso es así, entonces significa que sois más aterradores que la iglesia. Siendo el héroe de la nación es sólo la mitad de la razón por la que os protegimos. Nosotros tampoco queremos convertirnos en vuestros enemigos. Ni siquiera puedo imaginar la cantidad de magia que poseéis para aniquilar un desconocido monstruo en un instante y capturar un gran laberinto en sólo un par de días. Ignoras la iglesia y tampoco respondes a la amenaza de cien caballeros. Has derrotado a un ejército de diez mil e incluso hay rumores de que derrotaste a un demonio instantáneamente. No, es francamente aterrador. Habrá un tiempo cuando tome el relevo después de que mi padre fallezca, pero me quedaré con el orgullo de haber tomado una sabia decisión entre los dos.”
Así que, Randzi no tenía ninguna intención de apoyar la hostilidad de la iglesia hacia Hajime. Puso a la iglesia y a Hajime sobre una escala de quién era un aliado más fuerte, y eligió al segundo. De hecho, podría decirse que el propio país en sí actuaría contra su majestad y la iglesia. Decir que fue una atrevida decisión, no sería una exageración.