Cuando Kaneki cumplió los diesiseis años, quiso apoderarse por completo del cuerpo del rubio, ya no quería besos inocentes, quería hacerlo suyo en la intimidad.
En la colina que se conocieron, Kaneki llevó a su mejor amigo en medio de la noche con la idea fija en mente. Al tener una expresión ingenua y amable en el rostro, nadie dudaba de sus intenciones. Así lo hizo Hide, lo siguió ciegamente pensando que iban a ver un manto de estrellas en la oscuridad. Cuando de improviso siente un peso sobre él cuando estaba recostado sobre el césped con sus ojos perdido en el brillo de las estrellas.
— ¿Qué haces Kaneki?— pregunto nervioso al notar la proximidad entre ellos. Era la primera vez que su amigo se le subía arriba de él con tanta confianza. No le molestaba, pero tenía miedo de no poder controlar sus emociones. Hideyoshi no era un chico común y corriente, era especial y tenía secretos que su mejor amigo quizás no entendería.
— Me guste tenerte así Hide... Te ves tan lindo con ese sonrojo en tus mejillas. Te quiero tanto, eres lo más importante en mi existencia.
El corazón del rubio latió rápido perdiéndose en el brillo que adquirió los ojos grises de su amigo hasta que ambos se entregaron en cuerpo y alma, sumergiéndose en una hermosa pasión. Kaneki desvistió a su sol en la luz de la luna admirando su cuerpo, robando otro sonrojo al rubio que se encontraba apenado. Sin hacerlo esperar, también se desnudó, su piel era tan pálida comparada a la de su amigo. Repartió besos por todo su cuerpo hasta posarse en sus tetillas succionándole y jugando con ambos botones rosados con su lengua anciosa de grabar su sabor. Busco la entrada de su rubio acariciando sus nalgas al hacerle levantar sus piernas apoyándolas en sus hombros sin pudor. Notó que habían dos entradas y lo miro con extrañeza.
— Hide... Tienes dos entradas.— miro a sus ojos curiosos.
— No digas tonterías Ken— oculto avergonzado— es una marca de operación, mi ano está aquí — señaló con su dedo sonrojando a su mejor amigo.
Kaneki tragó saliva nervioso y como había visto en algunos libros, estímulo aquella intimidad con su lengua hasta insertar sus finos dedos, sintiendo la calidez y como la suave y estrecha entrada los absorbían. Saboreo sus labios al sentir como su miembro palpitaba apuntó de estallar al ver su provocativo amigo apuntó de entregarse. Poco a poco Ken fue metiendo su miembro en ese sitio tan cálido e íntimo teniendo el cuidado de no lastimarlo. Al estar entrar por completo en su interior, sintió lo increíble que se sentía su miembro apretado en esa cavidad mientras Hide respiraba agitado a causa del fuerte dolor en su recto.
— ¿Duele Hide?— pregunto preocupado.