(RococoxFidio)
De qué me vale (RococoxFidio), Rococo Urupa y Fidio Aldena... ¿Se aman? ¿Se odian? ¿Qué sienten en realidad?
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Fidio_Aldena Moderatore
De qué me vale
Advertencia: Los personajes de Inazuma Eleven ni aunque quisiera son míos son de los ingratos de level 5 de ser mios el anime seria yaoi. Yo sólo los utilizo para hacer este songfic. La canción tampoco es mía, es de Andy & Lucas, pero la historia sí es mía XD
Resumen: Rococo Urupa y Fidio Aldena... ¿Se aman? ¿Se odian? ¿Qué sienten en realidad? ¿Es, acaso, un juego lo que tiene el chico Italiano con el chico del Congo? Rococo cree que Fidio juega con el y se pregunta de qué le vale amarlo tanto, si Fidio no le corresponde.
De qué me vale
Rococo practicaba fútbol, con los chicos de su clase, a pesar de ser portero titular del internado esta vez jugaba de delantero dado que ni siquiera era un juego con el equipo era solo un juego de diversión con los de su clase, sus movimientos como delantero eran perfectos e hipnóticos, arrancando suspiros, tanto de chicas como chicos que se congregaban cerca de la cancha para ver el juego. Rococo Urupa era alguien popular en el internado.
El Raimon era un internado mundialmente conocido por albergar a los pródigos más grandes de los deportes y la música. Rococo Urupa era un prodigo de lo primero, un prodigo del Fútbol lo que le había valido una beca completa para el famoso internado ubicado en Japón.
Su cabello, azul oscuro casi negro, se movía suavemente por el viento mientras sus ojos negros brillaban concentrados en lo que hacían, una sonrisa adornaba sus deseables labios.
Y entre las personas que miraban, alrededor de la cancha estaba mirándolo el: Fidio Aldena. Proveniente de Italia, era otro prodigo del fútbol, parte del equipo titular del internado, un delantero, pero a diferencia de Rococo Urupa el no necesito de ninguna beca para estar ahí, sus padres pagaban la cuantiosa cuota del internado sin que esto siquiera los hiciera parpadear. Rococo Urupa y el no solo venían de partes diferentes del mundo si no de diferentes clases sociales.
De cabello castaño y ojos azules Fidio estaba lejos de tener la altura del chico proveniente de Africa.
El juego acabó un rato después. Rococo recogía sus cosas, necesitaba un baño después del ejercicio. Fidio aprovechó la relativa soledad de la cancha y bajó hasta donde Rococo. Se acercó silencioso y poniéndose de puntitas le tapó los ojos con la mano. Rococo se sobresaltó, pero reconocía ese tacto, lo reconocería en cualquier lugar.
- Fidio.
Susurró. El de ojos azul sonrió soltándolo. Rococo se volteó quedando de cara a él. Iba a saludarlo, pero los labios de Fidio sobre los suyos lo silenciaron.
La niña que quiero, es esa que tiene ojitos negros
Es esa que sabe que tanto deseo.
La niña que quiero, es esa que juega con mis sentimientos.
Es esa que sabe que alborota mis celos.
Rococo apretó los puños deteniéndose contra un árbol. No muy lejos de donde estaba podía ver a Fidio, a su Fidio, coqueteando con un tipejo que era compañero de curso de Endou Mamoru, su primo.
Se contuvo para no retar a ese estúpido a un duelo y tomar a Fidio de la cintura, echársela al hombro al mas puro estilo cavernícola y llevárselo a su habitación donde le pudiera hacer el amor todo el día, hasta que lo marcara como suyo, sólo suyo, completamente suyo y eso se le marcara en esa cabecita terca al italiano.
Y mientras yo, sufro por ella
Y mientras yo, me invade la pena.
En aquella cama, dos cuerpos envueltos por la pasión, se movían al son único de los amantes. Envueltos en un fuerte abrazo, formando un solo cuerpo. Besándose y acariciándose, siendo uno hasta llegar a la cima del orgasmo. Ambos hombres, ambos jóvenes, ambos guapos, ambos extenuados.
Fidio sonrió acariciando con un dedo el amplio y fuerte pecho moreno de Rococo, su cabeza recostada en uno de los brazos de este, quien le sostenía contra el aún.
- ¿Me amas, Rococo?
Preguntó Fidio en tono inocente. Rococo cerró los ojos.
"Más que a mi vida"
Quiso contestar, en cambio sólo contestó.
- Sí, te amo, Fidio Aldena.
Fidio sonrió complacido.
- Yo también te amo, Rococo Urupa.
Rococo apretó su abrazo contra el. Mentiroso. No le creía. Pero aun así adoraba cada vez que el italiano le decía que lo amaba.
***
Fidio cerró los ojos esperando el golpe que seguramente ese hombre le daría por rechazarlo. Oyó un golpe pero nada le había llegado. Abrió sus ojos confusos y vio la espalda de Rococo que estaba vestido con su uniforme de portero del club de fútbol frente a él. Dado que Fidio iba tarde para la práctica, Teres Tolue el defensa y capitán del equipo titular le había pedido a Rococo que fuera a buscarlo para no seguir atrasado la practica. Había sido bueno que lo hiciera Rococo había llegado a tiempo de evitar que golpearan a su pequeño delantero Italiano. No le importaba que se enteraran de que un becado como él había pegado a uno de esos estudiantes ricos, Urupa era el mejor jodido portero junto a su primo Endou que tenia ese internado, jamás los echarían de ahí a ninguno de los dos.
Fidio sonrió aliviado Rococo estaba frente a él. Era Rococo quien había parado al tipo y lo había golpeado para que no lo golpeara a él, estaba a salvo lo sabia Rococo Urupa jamás permitiría que algo le pasara.
- ¿Estás bien, Fidio?
Le preguntó Rococo preocupado.
- Sí.
Dijo aun un poco tembloroso el castaño abrazándose con fuerza a su amante y amigo.
La niña que amo, es esa que juega conmigo a diario.
Es esa que pienso que me está marchitando.
La niña que quiero, no siente lo que yo por ella siento, es esa que espero que valore estos momentos
Fidio empujó furioso al atrevido de último año que lo había besado a la fuerza. Al mirar hacia al lado vio como Rococo se alejaba.
Lo había visto, Rococo lo había visto.
No, Fidio no quería eso... no quería que Rococo sufriera por su culpa. Se volteó furioso hacia el tipejo y le metió una bofetada.
- Aléjate de mí, métetelo en la cabeza, estoy con Rococo Urupa, si con el mismo becado de Africa.
Le grito furioso con solo la pasión que un latino podía tener, el tipo fue a devolverle el golpe. Fidio se sabía perdido, pero en eso que aparecieron Teres Tolue y Mac Roniejo por el pasillo y corrieron a detener al tipo y ayudar al pequeño delantero, no les gustaban los abusos a ninguno de los dos.
- Gracias, chicos.
Sonrió Fidio y salió corriendo tras Rococo, dejándoles el tipo, al brasileño y al argentino.
- ¡Rococo!
Gritó Fidio tratándolo de detenerlo mientras corría para alcanzarlo, pero Rococo siguió caminando con los puños apretados negándose a mirar atrás, negándose a mirar a Fidio, por temor a una reacción violenta de el hacia su ingrato amante. Si, una ves Marco uno de los chicos Italiano que jugaba en la reserva se lo había dicho
no había nada mas difícil para un latino que ser fiel. Su lo había advertido cuando había visto que Rococo y Fidio empezaban a enredarse. Y puede que fuera verdad que antes de Rococo, Fidio no fuera precisamente la persona mas fiel o mas casta, pero desde que Rococo estaba en su vida
Fidio lo amaba y solo quería ser una persona mejor cada día para el sencillo y talentoso chico del Congo.
- Rococo, por favor, para.
Gritó Fidio alcanzándolo y deteniéndolo no en vano era llamado el meteoro blanco por su rapidez. Rococo trató de soltarse mirándolo con rabia.
- Por favor...-le suplico Fidio sabiendo que no tenia la fuerza para detener al portero contra su voluntad.
- No, ya estoy harto, Fidio. Siempre es lo mismo contigo, vete, vete y quédate con tus estúpidos lame botas y a mí déjame en paz.
- No, Rococo, te lo juro, él me besó, yo lo abofeteé. Yo no quiero a nadie, Rococo, a nadie más que a ti. Por favor, Rococo, te juro que no volverá a pasar.
Los ojos de Rococo reflejaron dolor.
- Ya no puedo creerte, Fidio.
Fidio lo miró suplicante.
- Por favor, Rococo, por favor, una vez más, sólo una vez más, no me hagas esto, no soy nadie sin ti.
Le rogó abrazándose a él con fuerza. Los brazos de Rococo se movieron como si tuvieran voluntad propia y lo abrazó. Simplemente amaba demasiado a ese italiano.
- Sólo una vez más, Fidio. No me la vuelvas a jugar.
- Gracias, Rococo, gracias, no te arrepentirás.
Le juró poniéndose de puntillas para besarlo. Rococo le correspondió al beso con ansias, sin importarle que media escuela se parara y quedara sin aliento viéndolos darse semejante beso.
De qué me vale alegrarle la cara, jugar con su pelo, decirle que guapa.
De qué me vale guardarle secreto, si no la tengo, su amor no le tengo
De qué me vale echarle piropos, sin ni si quiera cruzarse mirada de ojos.
De qué me vale que piense la gente, si ella es la dueña que ocupa mi mente...
Fidio lo miró con una sonrisa y lo volvió a besar.
- Te amo, Rococo.
Rococo suspiró.
- Yo también te amo, Fidio.
La niña que quiero, es esa que juega con mis sentimientos